Cuando el Lenguaje se Va de Vacaciones
En Ruidículos, las palabras sobran. Aquí lo que cuenta es tu capacidad para soltar el mejor aullido de lobo, el traqueteo de una lavadora o el chirrido de una puerta mal engrasada. Sin mímica ni explicaciones, solo ruidos. ¡Atrévete a descubrir qué tan raro puedes sonar!
Diversión Instantánea, Cero Complicaciones
Olvídate de reglamentos infinitos. En menos de dos minutos sabrás todo lo que necesitas: coge una carta, suelta el “ruido” con toda tu alma y que tus amigos se partan el pecho tratando de adivinar qué carambolas estás intentando imitar. Hay distintos niveles de dificultad, así que no te preocupes si suenas más a gallina constipada que a un tren bala.
Ideal para Animar Cualquier Plan
¿Cena familiar un poco sosa? ¿Tarde con colegas sin nada que hacer? ¿Una escapadita con la pandilla al campo? Llévate Ruidículos en el bolsillo —literalmente— y conviértelo en la estrella del evento. Su tamaño mini hace que lo puedas sacar en un plis y, de repente, todos estén tronchándose sin parar.
La Edad es un Número, la Risa es Universal
Niños, abuelos, primos, cuñaos, amigos del instituto o compañeros de piso: a todos les hace gracia ver cómo intentas sonar como una trompeta oxidada. Y no importa si tu interpretación suena más a pato con hipo que a lo que dice la carta. Aquí la gracia está en el desmadre sonoro, no en el virtuosismo.
Un Desafío a la Creatividad (y al Dignidad)
Tres niveles de dificultad harán que avances de ruidos “fáciles” (como el de un mono) a otros que pondrán a prueba tu ingenio y tu vergüenza. ¿Serás capaz de reproducir el zumbido de una abeja bebé o el gruñido de un troll con dolor de muelas? No lo sabrás hasta que lo intentes.